Hoy nuestros profes han hablado mucho de los sentimientos y las emociones: ha habido risas y algunos llantos, pero al final han salido todos muy contentos de clase...y entonces han ido a yoga...¡madre mía! La instructora parecía de goma y no había quién hiciera esas posturas increíbles. Lo han intentado, desde luego: a pesar de las agujetas, de los tirones, y de los años, nuestros intrépidos profes se han quitado los zapatos y se han puesto manos a la obra: que si el perro boca abajo, que si el gato, que si la paloma, que si el niño feliz...muy felices no parecían mientras se contorsionaban al ritmo de la música, pero verdaderamente les ha servido para olvidar el ritmo frenético de estos días.
Después de salir de la torre han caminado...y caminado....y caminado....y caminado...en realidad buscaban un helado en particular, con gofre de burbujas por fuera... no han encontrado el helado pero sí la torre del Big Ben, la campana más famosa de la ciudad inglesa, aunque de momento se han conformado con verla tapada, ya que lleva una temporada en restauración...de ahí a la abadía de Westminster y de vuelta a casa a cenar y a la camita, que mañana queda más trabajo por hacer.
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