Hoy hemos visitado la mejor escuela del mundo. Al llegar (porque eso si, hemos llegado con tiempo de sobra...vamos, con tiempísimo de sobra gracias a Ata, que no quería correr) hemos tenido una hora (si chicos y chicas, una hora a las siete de la mañana en el frío de Finlandia) para ver el edificio por fuera.
No hay palabras para describir la sensación de estar en este cole. Sólo de verlo te entran ganas de estudiar, y aprender y de portarte bien. ¡Cómo no vas a portarte bien en un cole tan maravilloso! La vice-directora, Minna Wellin, nos ha hecho una excelente presentación del centro y luego cinco alumnas nos han explicado su experiencia en el cole. Hemos podido pasear por estas instalaciones de ensueño y ver a los niños y niñas aprendiendo felices, sabiendo que tienen un centro así de bonito porque en Finlandia la educación de los niños y niñas es lo más importante y se lo merecen.
El centro se utiliza durante todo el día y se comparte con la ciudad: por las tardes es una biblioteca pública y un pabellón deportivo y un centro para la juventud y una guardería para los más pequeños y... es lo que toda escuela debería ser: un centro de aprendizaje y cultura para toda la comunidad. Minna nos comentaba que es más caro construir un pabellón deportivo, un centro de juventud, una biblioteca y un colegio que construir un colegio con buenas instalaciones deportivas, una biblioteca con personal cualificado y un salón de actos que pueda utilizar todo el pueblo.
También es cierto que en Finlandia hay un gran sentido de comunidad y de que lo que es de todos debe ser cuidado y pagado por todos. Pagan casi el 50% de su sueldo en impuestos, y, a pesar de que nadie controla que lleves tu billete de autobús o metro, absolutamente todo el mundo lo compra. Eso hace que sea uno de los países del mundo con menos corrupción política y donde sus ciudadanos actúan con mayor responsabilidad y civismo. Tenemos MUCHO que aprender de los finlandeses, no sólo los docentes.
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