La primera escuela que hemos visitado ha sido Nittykummun, una escuela antigua en la zona de Espoo, a las afueras de Helsinki. La señora Tiina Jukkala nos ha recibido y nos ha enseñado el centro, que está en un edificio casi tan antiguo como el nuestro. A pesar de tener muchas dificultades (como por ejemplo superar la capacidad inicial para la que fue pensado en más de 100 alumnos), han dado la vuelta a su manera de funcionar y han adoptado una metodología más abierta y libre donde el alumnado tiene muchas opciones a la hora de trabajar. Tuvimos la oportunidad de establecer un diálogo con los maestros y maestras de la escuela y conocimos a Anna Paula, una maestra con madre finlandesa y padre mexicano que nos estuvo explicando la educación en su país desde su punto de vista. Una de las cosas que más nos llamó la atención es que en Finlandia todas las escuelas del país siguen la misma metodología y que no tienen inspección educativa desde los años noventa: formación, confianza y recursos son las herramientas que utilizan para asegurar el aprendizaje y el buen funcionamiento de los docentes. Luego nos invitaron a comer y a probar el menú de su comedor.
Por la tarde decidimos acudir a una de las tradiciones más famosas de Finlandia: la sauna. ¡En Finlandia hay más saunas que coches! Normalmente las saunas, e incluso algunas piscinas, están divididas por sexo, a pesar de ser una de las sociedades menos sexistas y más igualitarias de Europa. En las saunas se va desnudo y la gente se puede llevar su propia bebida y comida. Acuden personas de todas las edades, desde niños muy pequeños hasta ancianos. A la que nosotros fuimos es una de las más antiguas, con una caldera de leña y muy, muy, muy vieja... Las partes más altas son las más calurosas. Cuando alguien entra o sale de la sauna suele preguntar a los que está más arriba si quieren que eche agua a las rocas que están calientes por el fuego de la leña: cuanta más agua se echa, más se calienta la sauna. No se debe estar más de diez minutos, y entonces la gente se enrolla una toalla y se sale a la calle, se sientan en la acera y continúan tomándose su bebida, hablando y comiendo. En medio de la calle. Con bastante frío. Vestidos con una toalla mientras los viandantes pasan por tu lado como si fuera lo más normal del mundo encontrarte a varios hombres y mujeres descalzos y en toalla en la acera en medio de la calle. Había que vivir esa experiencia y allá que se lanzaron Ata y Daniel. Lo cierto es que después de estar en el calor de la sauna, salir a la calle medio desnudos no daba nada de frío.
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